martes, 17 de marzo de 2009

BLADE RUNNER


La visión de Blade Runner, de Ridley Scott, supuso un gran impacto. No era, como reconoce su director en la entrevista reproducida en el libro del mismo título (Tusquets, 1988), una película de ciencia-ficción, sino «cine contemporáneo». Un cine que refelxiona sobre la condición humana en el estremecedor escenario de un futuro que empieza a perfilarse en el horizonte de una civilización que ha fracasado como tal. «Esquilo fue un hombre sabio. Puso a Prometeo en los confines del mundo para que protegiera la loca carrera de los hombres en pos de sus "ciegas esperanzas", afirma Rafael Argullol en su artículo inicial. De este modo, empieza un recorrido literario que continúan Guillermo Cabrera Infante, Alberto Cardín, Vicente Molina Foix, Fernando Savater, José Luis Guarner, Eduardo Úrculo y los diseñadores Antonio Miró y Juli Capella & Quim Larrea, epilogado por un poema mío.
Con el tiempo, las reflexiones aquí recogidas confirman la sensación de que la película tiene las trazas de un clásico, porque su director supo ver y darle proyección al librito de Philip K. Dick, «Acaso los androides no sueñan con ovejas eléctricas?». Volver a ver la película y leer este libro tienen la virtud de resituarnos en la realidad y comprender las contradicciones primarias del ser humano -o de sus réplicas- que lo enfrentan a la razón de su propia existencia y de su extranjeridad en el mundo.